Mañanica era, mañana
de San Juan se decía al fin,
cuando aquella diosa Venus
dentro de un fresco jardín
tomando estaba la fresca
a la sombra de un jazmín:
Cabellos en su cabeza,
parecía un serafín.
sus mejillas y sus labios
como color de rubí,
y el objeto de su cara
figuraba un querubín.
Allí de flores floridas,
hacía un rico cojín,
de rosas una guirnalda
para el que venía a morir
¡ah! lealmente por amores
sin a nadie descubrir.
—Anonymous